La Entrevista

Entrevista al autor y conferencista Dr. Antonio Cruz:

“CIENCIA Y FE, UNA RECONCILIACIÓN PENDIENTE”


“Renunciar al conocimiento científico debilita la fe y hace que el mensaje cristiano pierda relevancia en la cultura actual.”

Antonio Cruz, doctor en biología y reconocido pensador cristiano, reflexiona sobre la necesidad urgente de reconciliar la ciencia y la fe en un mundo que ha separado la razón de la trascendencia. En esta entrevista exclusiva, advierte que cuando la Iglesia renuncia al conocimiento científico y al diálogo intelectual, se empobrece espiritualmente y pierde relevancia cultural. Frente al mito moderno de una ciencia autosuficiente, el Dr. Cruz propone recuperar una fe que piense, una razón que crea y una visión unificada del saber que reconozca a Dios como fuente última de toda verdad.


1- ¿Por qué cree que, en muchos contextos, los cristianos temen acercarse a la ciencia en lugar de verla como un campo para glorificar a Dios?

Puede que se deba a varios factores como, por ejemplo, la dificultad que implica tener los conocimientos científicos suficientes, el prejuicio de creer que la ciencia es por definición contraria a la fe, el peso de la opinión popular de ciertos científicos ateos o agnósticos famosos, cuando éstos hacen determinadas afirmaciones filosóficas, el ambiente escéptico que predomina en muchas universidades, etc. Sin embargo, al profundizar en cualquier disciplina de la ciencia contemporánea se descubre que esos temores anticientíficos son completamente infundados ya que todo lo que se ha descubierto hasta ahora permite creer en un Dios creador que lo diseñó todo con exquisita sabiduría.

2- ¿Qué consecuencias culturales y espirituales observa cuando la iglesia renuncia a participar en el debate científico?

Cuando se renuncia al conocimiento científico y a la defensa racional de los valores cristianos, las congregaciones se empobrecen y aíslan de la sociedad. Esto hace que su discurso teológico y espiritual sea percibido como algo anodino propio de otras épocas o sin relevancia para el mundo actual. En un ambiente así, se hace muy difícil evangelizar a ciertos sectores de la población tales como estudiantes, profesores, profesionales y demás personas cultas.

3- En sus libros, combina historia, ciencia y Biblia. ¿Cómo cree que esta mirada interdisciplinar puede ayudar a reforzar la cosmovisión cristiana?

El cristianismo está profundamente arraigado en la historia. Dios se hizo hombre en Jesucristo por amor al ser humano y para su salvación. Esto tuvo lugar en un tiempo, lugar y cultura concretos de la historia de la humanidad. Se trata de acontecimientos que, hasta cierto punto, son verificables por cualquier persona que esté interesada en ello. Por tanto, la cosmovisión cristiana no se fundamenta solamente en lo trascendente, espiritual o invisible, sino que también hunde sus raíces en lo inmanente, material o histórico. De ahí que en mis libros se combinen también tales disciplinas ya que forman parte de la realidad creada y esto, que duda cabe, refuerza la veracidad de nuestra fe.

4- Desde la filosofía de la ciencia, ¿cómo responder a la idea de que la ciencia es la única vía válida para llegar a la verdad?

La ciencia sólo tiene acceso al mundo material y, por tanto, únicamente puede intentar dar respuesta a aquellas preguntas que tienen que ver con dicha realidad. Sin embargo, pretender que la ciencia puede también dar respuesta a las preguntas más profundas de la existencia es una falsa ilusión propia del cientifismo. Hay cuestiones que están más allá de la capacidad de respuesta de la ciencia humana, tales como aquellas que se refieren al sentido del mundo y de nuestra propia existencia. De manera que para llegar a la verdad debe haber congruencia entre la ciencia y la religión ya que ambas tratan de entender el mundo en el que vivimos de manera coherente y, por tanto, pueden complementarse.

5- Usted describe la Tierra como un planeta único para la vida humana. ¿Cómo conecta esta singularidad con una reflexión sobre el propósito de la existencia?

Cuando se compara la Tierra con los demás planetas que orbitan alrededor del Sol o incluso que existen en otros sistemas solares, se pone de manifiesto la extraordinaria singularidad para la vida de nuestro planeta azul. Algunos pueden pensar que tan increíble número de coincidencias físicas, químicas y biológicas son sólo el producto del azar o la casualidad ya que, si no se hubieran dado, no estaríamos aquí para planteárnoslo. Sin embargo, otros creemos que tal correlación entre estas improbables condiciones de habitabilidad y mensurabilidad, o capacidad de hacer ciencia desde la Tierra, constituyen un patrón peculiar y elocuente que nos indica que nuestro planeta parece estar especialmente diseñado para la vida y el desarrollo de la inteligencia humana. Y, si esto es así, si existe propósito en dicho diseño, entonces resulta pertinente intentar averiguar en qué consiste dicho propósito.

6- El cuerpo humano presenta niveles de complejidad extraordinarios. ¿Qué preguntas filosóficas surgen de esta realidad sobre quiénes somos y por qué existimos?

Lo mismo que se desprende del estudio de la Tierra y el cosmos se da también en el análisis de la anatomía y fisiología humanas. Nuestro cuerpo presenta muchas huellas bioquímicas y biológicas de haber sido planificado y coordinado de manera minuciosa. Es más, los átomos que conforman la materia de la que estamos hechos parecen haber sido diseñados con las características necesarias, desde el mismo instante del Big Bang o momento creador. Es como si tales átomos supieran ya de nuestra futura aparición y nos estuvieran esperando. Esto constituye una evidencia importante de que el cuerpo humano difícilmente se podría haber formado mediante mutaciones al azar, como propone el evolucionismo materialista. Todo lo que sabemos del universo, la vida y el ser humano muestra un propósito. Nuestra experiencia es que únicamente la inteligencia es capaz de actuar con propósito. Por tanto, la idea evidente de que el mundo indica un origen inteligente hace posible pensar en un Dios creador. Dicha creencia no es algo irracional, sino que viene respaldada por los últimos descubrimientos científicos. La ciencia no es enemiga de la fe sino su mejor aliada.

7- Hoy la cultura dominante cuestiona la noción de un diseño intencional. ¿Cómo puede la iglesia responder a este desafío con solidez intelectual?

A pesar del rechazo contemporáneo a la noción de un diseño intencional, lo cierto es que tanto el materialismo como el naturalismo están hoy en desventaja en su defensa de que sólo existe la materia y las leyes universales sin propósito. Precisamente, todo aquello que las ciencias experimentales han descubierto hasta el presente perfila un universo y una vida muchos más complejos y sofisticados de lo que antes se creía. Las solas leyes de la materia son incapaces de generar un mundo como el que conocemos.  Las teorías de la relatividad y del Big Bang, la muerte térmica del universo, su ajuste fino, el principio antrópico, la misteriosa aparición de la vida, el incomprensible origen de la información biológica contenida en el ADN, la perfecta sincronización entre las máquinas moleculares de las células y sus reacciones metabólicas, etc., constituyen hoy auténticas pruebas científicas que apuntan a la existencia de Dios. Ante esta realidad, algunos pensadores ateos se han convertido en teístas. La Iglesia debe conocer todas estas cosas y usarlas en su defensa de la fe cristiana. Para ello, conviene darle más importancia a la apologética.

8- Si un cristiano quiere iniciar un camino de integración entre su fe y la ciencia, ¿qué primer paso le recomendaría para no perder profundidad bíblica ni rigor intelectual?

Lo primero es ponerse al día en las cuestiones científicas más relevantes del debate ciencia-fe. Esto puede conseguirse mediante la lectura de obras apologéticas. En este sentido, el Señor me ha permitido escribir hasta ahora unos 22 libros, la mayoría de los cuales son de carácter apologético. Obras como Introducción a la apologética cristiana (Clie, 2021), Polvo de la tierra: la singularidad del cuerpo humano (Clie, 2025), 100 preguntas sobre Dios (Clie, 2023), Apologética en diez respuestas (Clie, 2020), Dios, ciencia y conciencia (Clie, 2018), A Dios por el ADN (Clie, 2017), Nuevo ateísmo (Clie, 2015), La Ciencia, ¿encuentra a Dios? (Clie, 2004), Darwin no mató a Dios (Vida 2004) o Bioética cristiana (Clie, 1999) entre otras. La lectura de estos libros míos, y de otros muchos autores cristianos, puede contribuir a formar al creyente que lo desee en tales temas de actualidad entre la ciencia y la fe.

9- ¿Qué papel cree que tendrá el diálogo entre fe y ciencia en la formación de las próximas generaciones de cristianos?

Soy optimista al respecto y creo que el diálogo entre la fe y la ciencia será prioritario en el futuro y muy útil para las próximas generaciones cristianas. Y, para lograrlo, es fundamental la preparación de los líderes de jóvenes y de los pastores en general. Escudriñar las Escrituras y leer atentamente obras que defiendan los valores y la cosmovisión cristiana es ya hoy una necesidad para la Iglesia. La gran diversidad cultural y religiosa que existe actualmente en el mundo occidental requiere que el cristiano sepa en lo que cree y sea capaz de dar respuesta lógica de ello frente a tanta ideología equivocada. Evangelizar en el tiempo presente requiere también tener dominio de la apologética cristiana y científica.